Cinco consejos para ayudar al nuevo secretario de Hacienda a mejorar su comunicación
Por: Carlos Macedo (carlos@puntoycoma.mx)
En medio del maremoto político-económico que podría venir con un cambio de este tipo, hubo tiempo para el humor. La comunidad tuitera emitió su juicio en el delicioso idioma de los memes contra el muy recién nombrado secretario de Hacienda. ¿El motivo? La impresión que causó en el público su comunicación no verbal.
Vamos a delimitar alcances. Aquí no hablaremos de sus capacidades ni de las políticas públicas del país. Ni siquiera cuestionamos (aún) el desempeño del nuevo funcionario público. Por lo menos en cuanto a credenciales, no hay nada extraño o fuera del patrón de este tipo de cargos, según se lee y se ve en las notas periodísticas que informan de sus antecedentes. Aquí un ejemplo.
Y este texto no trata de enjuiciar al maestro (así fue presentado) Arturo Herrera. Lo que haremos es revisar qué podrían haber hecho distinto para empezar esta nueva encomienda de forma que su presentación fuera un mensaje de confiabilidad y no carne para las voraces fauces de las redes sociales. También es importante decir que lo que expresa nuestro cuerpo no es forzosamente la realidad, pero sí es lo que comunica. Veamos, entonces, las cinco acciones que podrían haber ayudado al nuevo secretario de Hacienda en su presentación publicada en video por el mismísimo presidente.
1. Ojitos pajaritos
¿Te has fijado en cómo ven los pájaros? Generalmente, las aves pequeñas de zonas urbanas mueven los ojos sin mover la cabeza. Luego hacen súbitos movimientos de cabeza, que generalmente vienen en pares y regresan su cabeza a la posición original. Pues algo así fue lo que hizo nuestro protagonista.
De hecho, es la modificación que habría tenido mayor alcance para mejorar su comunicación: establecer contacto visual. Porque durante los 6 minutos con 47 segundos que dura el video oficial de su presentación, sólo una vez dirige la mirada al lente de la cámara. Y durante todo el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, el contacto visual entre ellos es también casi nulo.
En lugar de eso, la mirada de Herrera pasea de un punto indeterminado junto a la cámara y algún punto en el piso. Esa mirada hacia abajo lo proyectó como alguien sepultado por las tribulaciones, sumiso ante la nueva tarea que parece generarle una carga física. Y el problema viene desde la misma posición de su cara. En el primer cuadro del video es claramente visible la radical diferencia entre ambas figuras: López Obrador con un mentón un poco demasiado elevado, que genera una comunicación de superioridad y ataque. Herrera, con el mentón buscando tocar su pecho, lo cual genera una comunicación de inseguridad y sumisión.
La mirada permanece perdida en el limbo, sin establecer contacto ni con cámara ni con su superior. Una sola vez hace una finta como que va a voltear a ver a AMLO, pero antes de llegar a la línea de vista, se arrepiente y regresa la mirada a su punto perdido. Como dijimos, el cabeceo de los pajaritos. También genera una sensación extraña el momento en que se mueve la cámara. Porque al inicio parecía estar viendo un punto cercano a la lente; pero cuando la cámara se desplaza un poco hacia la derecha, y mientras AMLO gira su cabeza para mantener el contacto visual, nuestro sujeto de estudio permanece con la cabeza y vista en la misma posición. El mensaje es de un ensimismamiento tan total, que nada de lo que ocurre alrededor parece interrumpir sus, casi podemos interpretar, fatídicas reflexiones.
El ver a la cámara no es un acto de vanidad. La cámara hace presente en esa misma habitación a cualquier persona que en ese momento o en el futuro vea la grabación. Sólo con voltear a ver esa circunferencia de cristal, podría establecer contacto visual con esos miles de espectadores, no representados sino casi “encarnados” en la lente de la cámara. Pero veamos la situación más a detalle. Obviamente, la mayor parte del video tiene la palabra AMLO. Entonces, ¿qué hacer? ¿Actuar como mero espectador? Hay que alternar un poco las funciones. Al tiempo que hablaba el presidente, Herrera podría haber visto también directamente a la cámara. Eso habría expresado que está al tanto de lo que está diciendo el presidente e incluso que él mismo es un emisor. Es como decir que es un mensaje proveniente de parte de ambos.
Ahora, la verdad sea dicha, aquí no podría ser un coemisor, porque el presidente hace una presentación de su persona. Por eso, la respuesta correcta habría sido ver a la cámara, para poder establecer un primer contacto con el público. Pero sólo de manera momentánea. La mayor parte del tiempo, Herrera podría haber estado viendo a los ojos al presidente. Así el mensaje no verbal de su postura sería de una atención concentrada al mensaje de su jefe.
2. Posición fuera de lugar.
Así, justo como en el futbol. El delantero que está por recibir el balón no debería estar más enfrente de esa línea que en el futbol trazan los del equipo contrario, y en la situación que analizamos, traza la posición del presidente. Desde un inicio su posición está más adelantada a la de AMLO y esto genera varios ruidos en la comunicación.
En primera, parece que es un especie de escudo humano. Como si el presidente lo aventara por delante casi a fuerzas. Y esto se combina con el punto anterior, porque como dijimos, la postura del mentón de López Obrador es retadora, pero enfrente está la otra figura, la del mentón sumiso. Entonces, la interpretación es que el sumiso está al frente porque así lo quiso aquel que expresa más autoridad. Lo hace ver no como parte del equipo, ni como un nuevo talento que llevará las riendas de la hacienda pública a puertos venturosos, sino como un objeto colocado ahí para proteger al de atrás.
Además, es la misma posición adelantada lo que hace más complicado el contacto visual entre Herrera y AMLO. Para ver a los ojos al presidente, tendría que voltear su cara hacia atrás. Y eso es justamente lo que sucede cuando al fin toma la palabra. Lo cual nos lleva al siguiente punto que veremos justo después de dejar la moraleja de este punto: hay que situarse de forma que sea cómodo establecer contacto visual con todos los presentes en el salón.
3. Vox populi-liputiense
La posición adelantada que ya mencionamos en el punto anterior tuvo también un efecto reductor en su voz. Cuando al fin le toca hablar a Herrera, entonces sí direcciona su cabeza y mirada hacia AMLO, pero entonces los sonidos que emite su aparato fonador quedan fuera del rango del micrófono de la grabación. Es muy clara la reducción en el volumen.
Y a esto hay que agregar que el mismo Herrera baja la potencia de su voz en relación al promedio. Esto es porque Andrés Manuel habla con un nivel de decibeles como para alcanzar, por lo menos, a quien sostiene la cámara un par de metros más adelante. Pero Herrera baja su nivel para alcanzar únicamente a AMLO, situado a menos de una distancia menor. Sumado a la dirección fuera del rango del micrófono, tenemos como resultado una vocecilla que no es equiparable al nivel de responsabilidad que lleva ya en su nombramiento. Vemos otra vez la expresión de una personalidad pequeña. El consejo: dale fuerza a tu voz para alcanzar a llegar a todos los presentes en el recinto.
4. Funcionario de marfil
Y no hacemos referencia a la calidad de dicho mineral, sino a las coplas del juego infantil de las estatuas. Durante todo el video, el cincelado funcionario no modifica su postura de guardia de seguridad. Para empezar, esa postura con una mano cerrada sobre la muñeca o antebrazo contrario, ya da una comunicación cerrada. Refleja el instinto de autoprotección, como si percibiera alguna amenaza.
También su expresión facial tiene un rictus. Jamás expresa alguna emoción. Ni un movimiento de cejas que muestren determinación. Ni un movimiento de cabeza que confirme que está escuchando el mensaje. Está inmóvil, dejando sólo a los ojos la función motriz. Hasta el minuto 4 con 25 segundos se permite una casi sonrisa y un movimiento como de afirmación, aunque son tan momentáneos que se ven como una duda. Pasa un poco más de tiempo y en el minuto 5 con 15 vemos que hace un ajuste de sus manos, para regresar a la misma posición.
Hasta los títeres en una obra guiñol tienen que mostrar algo de movimiento mientras no tienen diálogo. Y que conste que no se trata de una analogía de control, sino de una enseñanza de los teatrinos: el movimiento es vida. La falta de movimiento es la inexistencia. Claro, deberán ser movimientos certeros, correctos para la comunicación que queremos emitir. Para comunicar atención a otro hablante, bastará algún ligero cabeceo afirmativo en algún momento del discurso. Pero nuestro protagonista no cambia su posición ni siquiera cuando habla él mismo. Esto le quita a su discurso toda la emotividad y significación. Se convierte en un discurso hueco, porque las manos y brazos, junto con todos los ademanes y gesticulaciones deben ser un acompañamiento del mensaje y del tono de voz para lograr una comunicación integral.
5. Firmes esos cinco
El tiro de gracia se lo da el mismo presidente en la despedida. Ya al cierre de la exposición, termina con un apretón de manos. En este gesto que para muchos es clave en la comunicación interpersonal, se puede apreciar que AMLO, al igual que Trump, buscan marcar su propia superioridad. Esto lo hacen con un giro que deja su propia mano por arriba de la del interlocutor, y provocando que la mano de la otra persona quede ligeramente inclinada con la palma hacia arriba. Esto ya es un detalle de menor importancia antes los cuatro puntos anteriores. Pero, como decimos, es el tiro de gracia para presentar con una imagen de absoluta falta de fuerza al nuevo miembro del gabinete federal.
En resumen, estimado lector, cuando a ti te nombren secretario de Hacienda, o bien cuando te presenten en una situación similar, recuerda este fiasco mediático y recuerda estos cinco consejos que podríamos haberle dado antes a Arturo Herrera.
Establece contacto visual. Es una prioridad.
Posiciónate de forma que puedas ver a todos cómodamente.
Habla con suficiente fuerza para que te escuchen todos los presentes.
Muévete y gesticula en concordancia con tu discurso o con tu rol momentáneo de oyente.
Da un apretón de mano firme y asertivo.
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