Voz de mando, o de la relevancia de las cejas en el liderazgo

Por: Carlos Macedo

Le llamaban “voz de mando”, pero en realidad se referían a mucho más que la voz. Es todo un conjunto de herramientas y códigos que usamos para comunicarnos, desde los tonos de voz que elegimos en una frase, hasta el mínimo matiz que damos con el simple movimiento de la ceja. ¿Te has fijado en cómo mueves las cejas cuando hablas con tu equipo de trabajo? ¿Te has fijado en qué posturas adoptas, cómo mueves las manos y cómo reaccionan tus compañeros en consecuencia? No me juzgues si confieso que todos estos fenómenos me causan fascinación.

El concepto de “voz de mando” reconoce que para ser líder hace falta más que una posición jerárquica en el organigrama o conocimientos específicos sobre la materia del trabajo. Además, hace falta tener habilidades de comunicación, pues toda idea, proyecto, acción o concepto que no se comunica, queda condenado. Y si se comunica mal, queda tergiversado. De ahí los tan comunes pretextos de “es que yo había entendido otra cosa”, además de otros tragos amargos de la vida productiva. Errores simples, pero a veces costosos, que podrían haberse evitado con una comunicación más efectiva y emotiva.

Cuando hablamos de emotividad, no esperamos convertir la siguiente reunión de trabajo en un melodrama televisivo. No habrá gritos, besos y final feliz. Pero todo mensaje lleva una carga emocional. Puede ser un sentido de urgencia o de vital importancia. O puede convertir a una orden o petición en algo descartable, algo para posponer eternamente, o para realizar con una atención menor a las labores “realmente” importantes en la agenda de la supervivencia empresarial.

Y, aunque no lo sepamos, todos tenemos una alta sensibilidad para una gran variedad de matices emocionales que llegan acompañando a cada mensaje. Esos matices emocionales se pueden afinar y alinear a los objetivos del emisor con una herramientas muy compleja, pero al alcance de todos: nuestro cuerpo. Porque el mensaje no se emite sóla en forma de palabras; la parte verbal es apenas el inicio. El mensaje toma su verdadero cuerpo con los códigos que imprimimos a las palabras a través del lenguaje no verbal. Esto es, como decíamos al inicio, la combinación de herramienta de comunicación como la expresión corporal, la expresión facial, la intención de la voz e incluso el contexto. Todo comunica. Y cuando todo comunica, todo debe ser cuidado.

Ya pregunté si estás consciente de cómo mueves las cejas cuando hablas. Pero esto es sólo por mencionar una de las diversas herramientas de comunicación humana que tienes disponibles. Y valdría la pena ahora preguntarte ver si esas habilidades existen en tu entorno laboral. La buena noticia es que, más allá del talento nato, se puede aprender el dominio de esta gran caja de herramientas que es nuestro cuerpo para dar a nuestra comunicación más emotividad y eficacia. Solo se necesita un guía experto y algo de práctica. Tú dices cuándo empezamos.

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